Política monetaria e inflación (III): Hiperinflación y deflación


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Política monetaria e inflación (III): Hiperinflación y deflación

Divulgación Banxico

¿Qué son? ¿Cuáles son las causas y los efectos de estos dos fenómenos?

Como ya se explicó en una pasada entrega de esta serie, un aumento del precio de un bien o servicio, o incluso de todos los precios de todos los bienes de la economía en un momento particular no es inflación. El fenómeno inflacionario ocurre cuando el aumento de los precios de los bienes y servicios de una economía es sostenido y generalizado a lo largo del tiempo.

Ahora bien, cuando el aumento de la tasa de inflación es considerablemente alto (por lo general de 50 por ciento o más por mes) se conoce como hiperinflación. Este fenómeno tiene su origen en el rápido y excesivo crecimiento de la oferta de dinero en la economía, el cual no está respaldado por una producción equivalente de bienes y servicios.

A lo largo de la historia, las hiperinflaciones han sido causadas cuando las autoridades monetarias imprimen más billetes de los requeridos por la economía con el fin de financiar el gasto del gobierno. A raíz de las experiencias hiperinflacionarias, surgió la necesidad de dotar a las autoridades monetarias de autonomía respecto del gobierno, para que no se vieran obligadas a financiar su gasto.

La hiperinflación provoca una fuerte disminución en el valor real de la moneda, es decir, al aumentar los precios de manera rápida, la cantidad de bienes y servicios que el dinero puede adquirir disminuye. Una vez que inicia, el fenómeno hiperinflacionario se autorreproduce y es muy difícil detenerlo, pues los consumidores, al saber que el valor de su dinero disminuye rápidamente con el tiempo, tratan de gastarlo lo más pronto posible, haciendo que los precios perpetúen su carrera al alza.

La deflación es el decremento continuo y general de los precios (lo contrario a la inflación). Las causas de este fenómeno pueden ser varias, pero generalmente se asocian con reducciones en la oferta de dinero y en la demanda de bienes, aunque de igual forma, puede resultar de una mayor producción a la requerida. Si los precios bajan, el valor real del dinero aumenta, lo cual es bueno para los consumidores ya que con la misma cantidad de dinero pueden adquirir más bienes. Sin embargo, si esta dinámica se prolonga, puede provocar que los consumidores decidan postergar su gasto en espera de menores precios, disminuyendo la demanda de bienes y servicios, haciendo que los negocios bajen aún más sus precios, provocando un ciclo vicioso. Lo anterior puede orillar a las empresas a producir menos, aumentando el desempleo. De esta forma, la deflación puede desembocar en una recesión económica, es decir, un escenario caracterizado por la disminución generalizada de la actividad económica durante un periodo prolongado, en combinación con bajos niveles de consumo, inversión y empleo.

Continuará.


me gustaría que hubiera más información en los artículos

Enviado por victor david estañon santos en mayo 27, 2024